El hombre nace bueno pero imperfecto, pues su propia naturaleza es como la piedra bruta que ha de ser tallada delicada y pacientemente a través de los años, hasta lograr en lo posible la perfección que nos es permitida en este plano terrenal.
Todas las culturas sin excepción, han identificado esas aristas de diferentes formas; algunos los llamanel ying y el yang, otros lo bueno y lo malo, aquellos luces y sombras del ser humano y hasta en ocasiones se habla de pecados y virtudes.
El escritor Khalil Gibran, sobre estos opuestos nos dice en su poema Bueno y Malo: “Sois buenos cuando tratáis de dar de vosotros mismos. Sin embargo, no sois malos cuando buscáis la ganancia que os enriquecerá. Pero cuando lucháis por obtener, no sois más que una raíz que se prende a la tierra y succiona su seno. Sois buenos cuando camináis hacia vuestra meta firmemente y con pasos audaces. No sois, empero, malos cuando camináis cojeando hacia ella”.
Con las anteriores alegorías se pone de presente también la relatividad en ciertos aspectos sobre lo que es social, moral, o legalmente correcto, pues lo que para unos no lo es, para otros si tiene su total aprobación. El propio entorno limitará el alcance de cada concepto, hasta el punto que en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, se llegó a pensar en Alemania, que el llamado “Sentimiento del pueblo alemán” era lo correcto, aunque ello implicara la eliminación de quienes pensaran distinto a ellos, lo cual es bastante paradójico, pues universalmente se aceptan ciertas conductas como incorrectas; por más que un número plural de seres humanos las tengan por correctas.
Pero mis meditaciones no se dirigen hacia las luces y sombras de las sociedades, que también las tienen, sino a las del hombre, cuyo fin último, es ser aprendiz todos los días para estar dispuesto precisamente a aprender; es decir, a aprehender conocimientos, habilidades, actitudes y sobre todo, valores, que irradien positivamente su entorno y permitan a su vez la perfección de la Humanidad. Hacer de hombres buenos, hombres mejores.
Para lograr tal fin, es necesario desatar los demonios. Fundir en el crisol de la tentación, las más caras virtudes; pues ninguno o poco mérito puede tener quien se aísla en su propia torre de babel, aislado del mundo y sus placeres, sin entender a cabalidad lo que ocurre en su entorno y lo que es más grave, sin ejercer más virtud que la del asceta, que abandona sus pertenencias y se distancia totalmente de su prójimo a quien considera inmoral e indigno.
El verdadero hombre libre y de buenas costumbres; debe echar mano de buenos propósitos, como aquellos consejos cristianos que nos invitan a anteponer a la lujuria la castidad, a la gula, la templanza, a la avaricia, la generosidad, a la pereza, la diligencia, a la ira, la paciencia, a la envidia la caridad y sobre todo, a la soberbia, la humildad.
Desatar los demonios significa que, cada ser humano debe programarse para un largo viaje a bordo de sí mismo, durante el cual deberá estar dispuesto a aceptar sus propias miserias como primer paso para superarlas. Y por otra parte, exaltar sus valores y virtudes, para que en un sano equilibrio pueda percibir al final del túnel, la luz del Maestro que cada uno lleva dentro, provenga de cuna de oro o de humildes aposentos.
Desatar los demonios significa, Tener siempre tu alma en estado puro, para aparecer dignamente delante de tu conciencia. Amar a tu prójimo como a ti mismo. Hacer el bien por amor al mismo bien. Estimar a los buenos, amar a los débiles, huir de los malos, pero no odiar a nadie. y sobre todo, cumplir con el mandamiento perentorio de “CONÓCETE A TI MISMO”, al que aspira todo buen hombre, en tránsito a ser mejor. Un feliz dia y mucha prosperidad.
webgrafia : http://www.eldiario.com.co/seccion/OPINION/desatar-los-demonios1506.html
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